lunes, 9 de agosto de 2010

Sin ti no soy nada

Debería saber qué decir. Debería poder sentarme ante el teclado y poder contaros cosas, pero la realidad es que no soy capaz. Nunca se me ha dado bien hablar de mis sentimientos. Nunca he sido capaz de expresar con palabras lo que pienso. Y ahora, a veces, cuando tengo ganas de entrar en el blog, continuarlo y escribir, de repente me quedo en blanco y no sé qué decir… Creo que sin querer me estoy cerrando poco a poco y no quiero sacar esos pensamientos a los que mi psicologo llama“pensamientos invasivos”. A veces creo que nadie me entendería…


Buscar palabras para explicar mí día a día, ¿cómo hacerlo cuando ni yo misma me permito pensar? Estoy constantemente evadiendo ideas y recuerdos. Quizá por eso tampoco quiero contaros nada. No quiero pensar, no quiero recordar, sólo quiero que pasen los días mientras busco una respuesta que alivie mi desesperación. Pero no la hay, verdad?

Hay una cosa que empieza a ponerme nerviosa, casi a molestarme, y es que a veces tengo la sensación de que la gente, cuando habla conmigo, es como si viniera a rescatarme, a salvarme de mi pesadilla. Como si alguien pudiera hacer algo así… Me preguntan como estoy esperando que salga algo de mí, algo que demuestre que avanzo, que siento. Es como si quisieran venir con una llave maestra y hacerme ver con su gran sabiduría todo lo que yo me niego a ver. Y no me gusta. Me miran como diciendo: “Vicky, ya ha pasado el tiempo suficiente como para que te dejes de rollos y empieces a asimilar todo lo que te está ocurriendo, de que reacciones.” Y sé que lo hacen con todo el cariño y todo el amor posible, pero me sienta algo mal.


Luego me relajo, respiro hondo e intento darme cuenta que en realidad son sensaciones mías. Que en el fondo no es así como ocurren las cosas. Lo que pasa es que estoy intentando aislarme tanto del mundo que intento encontrar cualquier escusa para escapar de todo lo relacionado a él. Imagino que es eso, que sin querer quiero alejarme para que todo el mundo me deje en paz. Encerrarme, aislarme, esconderme en mi cueva donde sólo quede yo y mis recuerdos. Quiero que la gente se olvide de mí. Quiero acurrucarme y no escuchar nada ni a nadie. No necesito salvadores. Pero eso no es bueno, verdad? Y yo, en el fondo, lo sé. Lo que ocurre es que a veces todo esto se me hace muy difícil y lo pago con el mundo.

Quiero gritar basta. Quiero sentarme y olvidar. Olvidarme de mi vida por un momento. Pero no puedo. Algo me impulsa a seguir, y es tan agotador, es una lucha constante. Porque esto me supera en cada momento, porque esto sí me da motivos para dejarme… pero ahí estoy. Y estoy tan cansada…

Duro despertar. Dura primera idea. Duro sentir como se te encoge el alma desde primera hora de la mañana…


Disimulas, haces con que no pasa nada y empiezas tu día. Pero el corazón se arruga un poquito, porque me encantaría despertarme, darme la vuelta en la cama y abrazar a Raúl, sintiendo que es la mejor forma de empezar el día, sintiendo que he llenado mis pilas para afrontar lo que haga falta, sintiendo que me quiere y que le quiero más que a nada en este mundo y sintiendo que nada puede haber más perfecto que un abrazo suyo nada más despertar porque me hace sentirme tan llena, tan plena, tan completa y perfecta...

Porque una idea que se me repite constantemente estos días es que todo esto, todo lo que pienso, todo lo que siento y mi lamentable vida es asunto mío. Sólo mío. Es mi lucha, algo que no puedo explicar, algo que nadie logra entender.


Hay momentos en los que de golpe todo mi mundo se desmorona, como un castillo de naipes, y los pensamientos invasivos se agolpan en mi cabeza haciendo que todo se bloquee. ¿Qué voy a hacer con mi coco? Como le decía a Raul en los malos momentos, creo que en ocasiones hay que dejarse caer para intentar levantarse con más fuerza, al menos intentarlo. Por eso escribo aquí, por eso se creo este blog, para soltarlo todo y agarrarse a lo que sea para seguir intentándolo.

Me siento culpable. Me siento impotente. Cada mañana, cuando abro los ojos pienso en raul , siento una profunda tristeza y me pregunto qué más pude hacer. Qué se me pasó. Qué tiempo perdí. Sólo eso... Luego pienso otras múltiples cosas que prefiero no contaros hoy, porque no están siendo estos unos buenos días. Pero pienso en Raúl, cada día, a cada minuto y eso no es fácil...

Pero aqui me tienes mi amor, viviendo por ti, aunque preferiria vivir contigo.
Hoy buscar entre las carpetas de fotografias me hacia mucho daño, por eso hoy solo pondre esto:

                     

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